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[El Mercurio] Estos son los mejores lugares en Chile para avistar cóndores

Cajón del Maipo, Farellones y el Parque Nacional Villarrica son algunos de los recomendados. Los expertos aconsejan llegar al sitio antes del mediodía o al atardecer, y evitar acercarse al ave.

El cóndor andino —que junto al huemul son parte del escudo chileno— es una de las especies más majestuosas de ver en vuelo.

“Los cóndores son las aves voladoras más grandes del mundo. Algunos machos pueden llegar a pesar hasta 15 kilos y tener una envergadura de hasta tres metros. Son llamativas de ver debido a su enorme tamaño y también por su importancia clave en los ecosistemas y la cultura en América. Cabe destacar que Chile y Argentina son los países que alojan las mayores poblaciones de este animal globalmente”, dice Pablo Gutiérrez, coordinador de proyectos de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).

Para los interesados, este fin de semana largo de Fiestas Patrias podría ser el momento ideal para planificar un paseo a algún sitio cordillerano y, con paciencia y suerte, avistar a estas emblemáticas aves carroñeras de plumaje negro y “bufanda” de plumas blancas alrededor del cuello.

Gutiérrez asegura que los mejores lugares para hacerlo en la Región Metropolitana son el cerro Manquehue, Farellones, Valle Nevado, Reserva Nacional Río Clarillo y Cajón del Maipo.

Y, en otras zonas del país, Portillo (Región de Valparaíso), Valle de los Cóndores (Región del Maule), Parque Nacional Laguna del Laja (Región del Biobío), Parque Nacional Villarrica (Región de La Araucanía), Valle de Cochamó (Región de Los Lagos), Parque Nacional Cerro Castillo (Región de Aysén), así como Torres del Paine y el cerro Palomares (Región de Magallanes)

Varios de estos hotspots son cordilleranos, ya que esta especie “habita principalmente en la cordillera de los Andes y en algunas partes de la cordillera de la Costa”, explica Sebastián González, académico del Instituto de Biología de la U. Católica de Valparaíso.

Y añade que “el mayor porcentaje de avistamientos sucede en la Patagonia. Solo un 20% ocurre en la zona central”.

Buenas prácticas

Sobre el horario más adecuado para observar al cóndor, Gutiérrez recomienda por la mañana, cuando se elevan los vientos de la cordillera (los cóndores siguen las ráfagas de viento para trasladarse planeando casi sin aletear) y en el atardecer, cuando vuelven a sus dormideros.

Kevin Arriagada, presidente de la ONG Aves Rapaces de Chile, advierte que en estas instancias “siempre se debe velar por el respeto a la naturaleza. La observación de aves parte considerando el lugar donde iremos: es importante entender que es un medio ajeno al nuestro y que es el hogar de otros organismos, por ello siempre debemos cuidar que el rastro que dejemos sea el mínimo. No podemos dejar basura, tampoco hay que sacar piedras o palos de ‘recuerdo”. No se debe ir escuchando música a alto volumen, porque la contaminación acústica afecta a la fauna silvestre”.

Y agrega que, en ningún caso, hay que acercarse a este animal ni menos alimentarlo.

“No hay que perseguirlo ni hostigarlo. A veces, en el afán de querer una mejor foto, se termina espantando a uno que quizás venía de lejos volando y se puso a descansar en una roca”.

Otros consejos de los entrevistados son llevar binoculares para una mejor experiencia y no acudir con mascotas domésticas, ya que impactan negativamente en la vida salvaje.

Y, en caso de encontrar un cóndor sin poder volar, lo mejor es no acercarse, sino que avisar al SAG.

“Tenemos que valorar y proteger a los cóndores, porque están en peligro debido a causas humanas. Están amenazados, porque tienen una reproducción muy lenta, solo un huevo cada dos o tres años, y además deben sortear riesgos que atentan contra su vida y que están 100% relacionados con las personas, como los tendidos eléctricos, el envenenamiento de las carroñas y los basurales. De hecho, el 30% de la alimentación de esta ave consiste en la basura producida por nosotros. Esto nos debe movilizar para buscar maneras de coexistir de manera armónica”, puntualiza Dominique Durand, coordinadora de Proyectos Especiales de Fundación Meri.

Fuente: El Mercurio

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