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[La Tercera] ¿Viva o muerta? Inédito estudio fija el valor económico de la ballena azul en Chile, el animal más grande del mundo

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Estudio realizado por Fundación Meri; Ralph Chami, director asistente del Fondo Monetario Internacional, e investigadores de distintas universidades, señala que la población de ballenas azul en Chile está valorizada entre US$2.280 millones y US$3.000 millones. Cumplen un rol fundamental a nivel medioambiental, añaden.

Con cerca de 160 toneladas y más de 30 metros de extensión, la ballena azul, el animal más grande que existe en el planeta, tiene una importante presencia y valor en Chile.

Un estudio, titulado On Valuing Nature-Based Solutions to Climate Change: A Framework with Application to Elephants and Whales”, realizado por Fundación Meri, Ralph Chami, director asistente del Fondo Monetario Internacional y universidades de distintos países (Universidad de Duke, Universidad de la Tuscia, entre otras), permitió calcular el valor de la especie, tanto económicamente, como con fines ecosistémicos.

Sonia Español-Jiménez, líder área cetáceos Fundación Meri, señala que “en esta investigación pionera, científica y económicamente se establece que las ballenas azules en Chile tienen un valor de más de 3 mil millones de dólares (US$ 4 millones cada una) o 2.200.000.000.000 pesos chilenos”.

“De forma general, este trabajo, otorga herramientas que entregan la posibilidad de cambiar el enfoque de la política pública, estableciendo un valor social y económico a las ballenas, además de ambiental, producto del daño ecosistémico asociado, por ejemplo, a la muerte o varamiento de ballenas. Además, este ejercicio podrá replicarse a otros especies”, añade Español-Jiménez.

Por ello, los investigadores plantean que es necesario proteger a la especie, la que se encuentra en la categoría En Peligro (EN), y añaden algo esencial: actualmente, una balaenoptera musculus (su nombre científico), vale más viva que muerta.

Chami argumenta que el trabajo pionero con Fundación Meri en la valoración de la ballena azul chilena, “es un ejemplo de la importancia de la Economía Azul, en este caso la ballena, para nuestro bienestar y la viabilidad de nuestro sistema económico”.

Se estima que actualmente, la población de ballenas azules en Chile, es entre 570 y 670 ejemplares en las costas de todo Chile, incluida la Antártica, Juan Fernández e Isla de Pascua, A nivel mundial el número es entre ocho y 14 mil.

Rodrigo Hucke-Gaete, académico de la Universidad Austral y presidente de la ONG Centro Ballena Azul, señala que hace diez años se planteó la hipótesis de que las ballenas (todas) eran fertilizadoras del océano. “A través de su alimentación, hasta ocho toneladas de krill en un día, y posterior defecación, proporcionan ciertos nutrientes, esenciales para el crecimiento del fitoplancton, la analogía de los vegetales en la Tierra”.

La investigadora de Fundación Meri coincide. “Las ballenas son claves en la salud de los océanos, esto porque aportan nutrientes. Este proceso se conoce como “Bombas biológicas de las Ballenas” y se refiere a que las ballenas se alimentan en aguas profundas y en aguas ricas en alimento, y gracias a su movimiento diario hacia la superficie, así como también a sus migraciones, van aportando nutrientes esenciales a través de sus heces, orina, piel”.

Aporte a cuatro servicios ecosistémicos

Las ballenas cumplen un rol fundamental en el medioambiente, aportando a cuatro servicios ecosistémicos: captura de carbono en sus cuerpos (necesario para combatir el cambio climático), captura de carbono a través de la mejora del fitoplancton, mejora de la pesca y turismo.

“Estuvimos en la COP25 el año pasado en Madrid, exponiendo sobre el potencial de las ballenas”, añade Hucke-Gaete.

Hucke-Gaete, también biólogo marino y Doctor en Ciencias, señala que las normativas actuales resguardan bastante a todos los cetáceos, “sin embargo, uno cosa es que esté escrito, y otra es que tengamos la capacidad de implementar medidas que sean efectivas y también fiscalizar con la rigurosidad que requiere proteger una especie en peligro”.

“En otras palabras, la sostenibilidad de nuestro sistema económico depende en gran medida de la sostenibilidad de nuestros ecosistemas y del mundo natural. Eso también significa que debemos defender a la ballena, y luego la ballena defenderá a toda la humanidad”, añade Chami.

Además, “tienen la enorme capacidad de absorber CO2 atmosférico de origen antropogénico, 33 toneladas a lo largo de su vida. Este CO2 se almacena en sus cuerpos, por lo que cuando las ballenas mueren y sus cuerpos llegan al fondo marino, este gas queda retenido en el fondo marino, reduciendo el stock de CO2”, explica Sonia Español-Jiménez.

Además, “tienen la enorme capacidad de absorber CO2 atmosférico de origen antropogénico, 33 toneladas a lo largo de su vida. Este CO2 se almacena en sus cuerpos, por lo que cuando las ballenas mueren y sus cuerpos llegan al fondo marino, este gas queda retenido en el fondo marino, reduciendo el stock de CO2”, explica Sonia Español-Jiménez.

Esta última explica que “desde un punto de vista social, las ballenas generan interés turístico apoyando por tanto el empleo y la economía local, siempre que se haga respetando el comportamiento de las especies”.

El objetivo de la iniciativa es concientizar a los gobiernos a comprometer recursos para la conservación de estas especies y restauración de sus ecosistemas.

Si bien en Chile los cetáceos están legalmente protegidos, “por ejemplo no está permitido su caza comercial, el gran desafío que se presenta tanto a nivel nacional como internacional es llevar a cabo su protección y conservación de forma efectiva, por lo que se debe avanzar hacia mayores grados de gobernanza que permitan disponer del financiamiento y los recursos necesarios para una mejor gestión y fiscalización”, señala la científica de Fundación Meri.

“En ese sentido, la valorización económica de las ballenas azules de Chile que hemos llevado a cabo, puede ser un paso para que puedan dialogar la economía y el medio ambiente en un modelo de crecimiento sustentable”, explica Español-Jiménez.

Fuente: La Tercera